Artículos Revista Inquietud Nueva


¿FUERZA JUVENIL DESPERDICIADA?

Uno de los fenómenos más importantes ha sido el despertar juvenil  para interesarse en los problemas sociales. por todos lados pudimos ver grupos  de jóvenes que manifestaron no estar ajenos a la problemática social, y que su existencia no es ni muda  ni indiferente.
Hoy podemos estar más seguros que nunca de que la presencia juvenil no puede ser ignorada, y mucho menos subestimada, por ninguna institución que presuma de buscar el bien común, pues en ella se encuentran la mayor parte de la riqueza de la Nación. Su rumbo es también el rumbo que toma todo un pueblo.. Es de los jóvenes de donde se abastece toda otra fuerza social, para bien o para mal; para crecer o para degradarse. es por ello que mantener a tantos de estos jóvenes en la marginación de oportunidades, en el anonimato o en el simple ocio, puede convertirse en un serio problema para todos.

Grandes Instituciones, como lo son el mismo Estado y las iglesias, sobre todo la iglesia mayoritaria, no pueden dejar de tomar en cuenta la gran necesidad de generar campos de acción para que participe toda esta juventud. Pero la suya debe ser una participación activa, no la que se busca por utilitarismo, como lo han venido haciendo sobre todo partidos políticos y asociaciones delictuosas. Es necesaria la creación de iniciativas en las que la inclusión de los jóvenes sea fundamental, pues ellos deben aprender a ser creadores de progreso, y no sólo depender del que los adultos les puedan dar.

Es en la juventud en la que se deben aprender no sólo los valores que se nos han transmitido por generaciones -cosa que no se demerita-, sino lo que estos valores son en sí mismos, y que no pueden depreciarse tan solo por que el tipo de <<cambio>> lo determine, ni por quienes, abusando de la situación, manejan el capital humano de una Nación.

Los clérigos y, en general, todo líder religioso, deben participar también en esta difícil pero necesaria empresa. No podemos conformarnos más con sólo la organización de coros parroquiales, ni reducir el trabajo de los jóvenes a la estética de la liturgia -aunque no digo que estos servicios estén de más-, o a grupos parroquiales para entretenerlos. Es necesario crear nuevas iniciativas, sobre todo venidas de los mismos jóvenes, que puedan enriquecer la vida de la iglesia. De entre estas iniciativas, se deben impulsar y apoyar a las mejores y a las más urgentes. Hoy por hoy, las parroquias no pueden quedarse con una participación juvenil tan reducida como la de las kermeses o cosas parecidas, ni pueden tener como prioritaria la construcción de una iglesia que no termina nuca.

Lo más lamentable es encontrarse con parroquias que, simple y sencillamente, no tienen grupos juveniles, ni promueven su existencia, ni apoyan iniciativas de participación. Si hoy no promovemos y aprovechamos para el progreso la fuerza de los jóvenes, pretextando que no hay mucho que hacer con ellos, dada su incapacidad y falta de madurez, lo vamos a lamentar. Seremos culpables no solo de que no se logre esa madurez que se reclama, sino también de la decadencia de la sociedad, del retraso en su progreso y de las consecuencias de todo ello. Mientras tanto, estamos viendo ya cómo esa fuerza es manipulada por personas a las que no les interesa el bien de nuestros muchachos, sino lo que pueden obtener de ellos.

Fuente: Revista Inquietud Nueva, año XXVIII, número 166, Julio - Agosto 2012


______________________________________
¡VIVAMOS EL AÑO DE LA FE!

El pasado 16 de octubre de 2011, el Papa Benedicto XVI, anunció la celebración del <<año de la fe>> del once de octubre de 2012 (50° aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II) al 24 de noviembre de 2013. El Papa ha declarado que <<el año de la fe>> tendrá lugar precisamente para <<dar renovado impulso a la misión de toda la iglesia de conducir a los hombres fuera del desierto en el que a menudo se encuentran hacia el lugar de la vida, la amistad con Cristo que nos da su vida en plenitud>>. (...) De tal manera que esta celebración será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo  con alegría al hombre de hoy>>.

Presentamos a continuación algunas de las indicaciones pastorales que la Congregación para la Doctrina de la Fe, emitió en el mes de enero, para orientar los esfuerzos de todos hacia una vivencia fuerte de dicha celebración.

En el ámbito de iglesia universal, se pide el <<alentar las peregrinaciones de los fieles a la Sede de Pedro, para profesar la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, (...) así como las peregrinaciones a Tierra Santa (...) y toda iniciativa que ayude a los fieles a reconocer el papel especial de María en el misterio de la salvación, a amarla filialmente y a imitar su fe y virtud. Para ello será muy conveniente organizar peregrinaciones, celebraciones y reuniones en los principales Santuarios>>.

La Congregación recomienda, además, <<la realización de simposios, congresos y reuniones de gran escala, (...) que favorezcan la comunicación de auténticos testimonios de la fe y el conocimiento de los contenidos de la doctrina de la Iglesia Católica>>. Asimismo, se debe proporcionar el <<conocimiento de los principales documentos del Concilio Vaticano II y el estudio del Catecismo de la iglesia Católica>>.

En el ámbito Diocesano <<se auspicia una celebración de apertura del <<Año de la fe>> y de su solemne conclusión en el ámbito de cada Iglesia particular, para confesar la fe en el Señor Resucitado en nuestras catedrales e iglesias de todo el mundo. Se espera que en cada Diócesis, bajo la responsabilidad del obispo, se organicen eventos catequísticos para jóvenes y para quienes buscan encontrar el sentido de la vida, con el fin de descubrir la belleza de la fe de la iglesia, (...) se espera la participación del mundo académico y de la cultura en un diálogo renovado y creativo entre fe y razón, (...) especialmente en las universidades católicas>>. Asimismo, <<será importante promover encuentros con personas que <<aun no reconociendo ellos el don de la fe, buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo>>.

En el ámbito parroquial, el Año de la fe <<será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía>>. Se recomienda <<promover misiones populares y otras iniciativas en las parroquias y en los lugares de trabajo, para ayudar a los fieles a redescubrir el don de la fe bautismal y la responsabilidad de su testimonio, consciente de que la vocación cristiana por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado. (...) Así se espera que todo el pueblo cristiano comience una especie de misión entre las personas con quienes viven y trabajan, conscientes de haber <<recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos>>.

Finalmente, se recuerda que <<la fe es compañera de vida que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo>>. Por tanto, la invitación es para todos los miembros de la Iglesia, llamando a comprometerse para que este año sea una ocasión privilegiada que tiene el cristiano: Jesucristo, Redentor del hombre, Rey del Universo, <<iniciador y consumador de nuestra fe>> (Heb 12,2)

Fuente: Revista Inquietud Nueva, año XXVIII, número 166, Julio - Agosto 2012, Pag: 8-9


LA FAMILIA ESTA FUNDADA SOBRE EL MATRIMONIO ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER

(Fragmentos de la homilía del Papa Bénedicto XVI pronunciada en la Misa de clausura del VII Encuentro Mundial de las Familias el pasado 3 de junio)

Queridos hermanos y hermanas: <<Es un gran momento de alegría y comunión el que vivimos esta mañana, con la celebración del sacrificio eucarístico. Una gran asamblea, (...) es una imagen expresiva de la iglesia, una y universal, fundada por Cristo y fruto de aquella misión que, como hemos escuchado en el evangelio, Jesús confió a sus apóstoles: Ir y hacer discípulos a todos los pueblos, "bautizándolos en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 18-19). (...) La solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad, que celebramos hoy, nos invita a contemplar ese misterio, pero nos impulsa también al compromiso de vivir la comunión con Dios y entre nosotros según el modelo de la Trinidad. (...) En una palabra, se nos ha confiado la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más familia, capaces de reflejar la belleza de la Trinidad y de evangelizar no sólo con la palabra, (...) [sino] con la fuerza del amor vivido.

La familia, fundada sobre el matrimonio entre el hombre y la mujer, está también llamada al igual que la iglesia a ser imagen del Dios Único en Tres Personas (...). Dios creó al ser humano, hombre y mujer, con la misma dignidad, pero también con características propias y complementarias, para que los dos fueran un don el uno para el otro (...). Queridos esposos, viviendo el Matrimonio no os dais cualquier cosa o actividad, sino la vida entera. Y vuestro amor es fecundo, en primer lugar, para vosotros mismos, porque deseáis y realizáis el bien el uno al otro (...), es fecundo también en la procreación, generosa y responsable, de los hijos, en el cuidado esmerado de ellos y en la educación metódica y sabia. Es fecundo, en fin, para la sociedad, por que la vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes sociales (...).

Queridos esposos, cuidad a vuestros hijos y, en un mundo dominado por la técnica, transmitidles, con serenidad y confianza, razones para vivir, la fuerza de la fe, planteándoles metas altas y sosteniéndolos en la debilidades. Pero también vosotros, hijos, procurad mantener siempre una relación de afecto profundo y de cuidado diligente hacia vuestros padres, y también que las relaciones entre hermanos y hermanas sean una oportunidad para crecer en el amor.

(...) Quisiera dirigir unas palabras también a los fieles que, aun compartiendo las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia, están marcados por las experiencias dolorosas del fracaso y la separación. Sabed que el Papa y la Iglesia os sostienen en vuestro sufrimiento y dificultad. Os animo a permanecer unidos a vuestras comunidades, al mismo tiempo que espero que las diócesis pongan en marcha adecuadas iniciativas de acogida cercanía.

En el libro del Génesis, Dios confía su creación a la pareja humana, para que la (...) encamine según su proyecto (cf. 1, 27-28; 2,15). En esta indicación de la Sagrada Escritura, podemos comprender la tarea del hombre y la mujer como colaboradores de Dios para transformar el mundo, a través del trabajo, la ciencia y la técnica. (...) Vemos que, en las modernas teorías económicas, prevalece con frecuencia una concepción utilitarista del trabajo, la producción y el mercado. El proyecto de Dios y la experiencia misma muestran, sin embargo, que no es la lógica unilateral del provecho propio y del máximo beneficio lo que contribuye a un desarrollo armónico, al bien de la familia y a edificar una sociedad justa, ya que supone una competencia exasperada, fuertes desigualdades, degradación del medio ambiente, carrera consumista, pobreza (...).

Un último elemento. (...) Para nosotros, cristianos, el día de fiesta es el domingo, día del Señor, pascua semanal (...). Queridas familias, a pesar del ritmo frenético de nuestra época, no perdáis el sentido del día del Señor. Es como el oasis en el que detenerse para saborear la alegría del encuentro y calmar nuestra sed de Dios, tres dimensiones de nuestra existencia que han de encontrar un equilibrio armónico. Armonizar el tiempo del trabajo y las exigencias de la familia, la profesión y la maternidad, el trabajo y la fiesta, es importante para construir una sociedad de rostro humano. (...).

Fuente: Revista Inquietud Nueva, año XXVIII, número 166, Julio - Agosto 2012, Pag: 10-11

La Iglesia es Misión
El <<grito>> del papa Juan Pablo II, con el cual introduce su Encíclica Redemptoris Missio, es: <<Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria, es más bien un deber que me incumbe: Y, ¡ay de mí sino predicara el Evangelio!>> (1Co 9,16). En seguida, el Sumo Pontífice declara que siente <<el deber de repetir este grito de san Pablo (...), para que se afiance y confirme en los católicos la conciencia de que la misión es una orden que nos atañe a todos: bautizados, diócesis, parroquias, instituciones y asociaciones eclesiales>>. (Rm, 1.2). La actividad misionera, en efecto, no es una de entre tantas que la iglesia lleva a cabo, sino que es su misma razón de ser, su definición: la Iglesia es misión.

Un día, Jesús se autopresentó diciendo: <<Yo soy la luz del mundo>> (Jn 8, 12), y hoy la iglesia continúa y prolonga su presencia entre los pueblos del mundo, y desea ardientemente iluminar a todos los hombres con esa misma luz que irradia de Cristo y que resplandece sobre su faz. Por eso, los documentos de la iglesia nos repiten que la Iglesia es, por su misma naturaleza, misionera. Y lo es por que ha nacido del dinamismo del amor que está en el origen de todo envío: <<Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo>> (Jn 3, 16), y tanto nos amó Jesús que nos ha enviado, desde el Padre, al Amor mismo, el Espíritu Santo, para que quede <<entre nosotros, dentro de nosotros, con nosotros>> (cf. Jn 14 y 16). De este modo el Espíritu Santo, Señor que da la vida, es el alma de la Iglesia, es fuego y viento fuerte que la impulsa más allá de sí misma, hacia los <<otros>>.

La Iglesia existe y vive gracias a la convicción de que Dios, revelado en Cristo y por el Espíritu, quiere comunicar plenamente esta vida a toda la humanidad. Ésta es su voluntad. Si la Iglesia es misión, todo cristiano, desde el momento que pertenece a ella, es igualmente misionero, heraldo del amor de Dios y enviado a los propios hermanos para <<gritarles>> que Dios los ama hasta el extremo, y que nadie los puede separar de su amor (cf. Rom 8,39)

Todo cristiano es misionero desde el momento que es miembro del Cuerpo de Cristo, gracias al Bautismo. Somos misioneros por que somos cristianos, no por tal o cual circunstancia histórica o geográfica. En plena sintonía con esto los documentos de Santo Domingo nos exhortan: <<urge no descargar el compromiso misionero en algunos hermanos y hermanas que lo cumplen por nosotros>> (n. 126). Todos somos misioneros aunque no todos estemos llamados a ejercer nuestro compromiso del mismo modo, y por eso somos servidores del mundo ofreciendo a los hombres, el tesoro más valioso: Cristo Jesús.

En las llamadas <<tierras de misión>>, la actividad evangelizadora aunque entre múltiples dificultades, avanza... pero aquí, de nuestras comunidades cristianas, no acaba de llegar al corazón de los cristianos. Duele leer lo que dicen los documentos de Santo Domingo, pero es verdad: <<reconocemos que la conciencia misionera ad gentes es todavía insuficiente y débil>> (n. 125). Es débil por que no acaba de arraigarse en nuestras iglesias. Falta hacer misión en las múltiples actividades y grupos apostólicos que integran nuestras actividades de la iglesia local. ¿No existiría el riesgo de que nuestras comunidades se sientan misioneras solo en el mes de octubre, que está dedicado a las misiones y con actividades que siguen siendo, un poco marginales?

La misión es medida de nuestra fe. Urge, pues, trabajar con todos los medios a nuestro alcance para que ésta, en todas sus formas, sea experimentada, y vivida como la dimensión esencial y como el compromiso personal y comunitario de todos nosotros. Urge una verdadera e incansable animación misionera que siembre a manos llenas <<misionariedad>>, por que la crisis de la misión es crisis de una iglesia ya constituida, que está creciendo sin el respiro universal, y que corre el peligro de <<enfermarse>>.

Como no hay cristianos <<de primera>> categoría y cristianos de <<segunda>>, sino que todos estamos llamados a seguir a Cristo de un modo incondicional, sin reservas, así, no hay ni debe haber <<misioneros de segunda>>. Lo que realmente cuenta es ser fiel cada cual a su propia vocación, a aquella llamada que Dios nos dirige en el sagrario de la propia conciencia... <<si hoy escuchas la voz de Dios, no endurezcas tu corazón>> (cf. Sal 95, 8).

Fuente: Revista Inquietud Nueva, año XXVIII, número 166, Julio - Agosto 2012, Pag: 12-13

No hay comentarios:

Publicar un comentario